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Día 6º) Jueves 05/09/2013
RIELASINGEN – CATARATAS DEL RIN (SCHAFHAUSEN). SUIZA – BLUMENINSEL MAINAU (Isla de las Flores) – CONSTANZA – MEERSBURG – FüSSEN – SCHWANGAU
242 kms. 4h 20’
Salimos del hotel a las 07:50 directos para Schaffhausen, cruzamos la frontera suiza casi sin darnos cuenta y llegamos enseguida a las Cataratas del Rin. Estaban bastante bien indicadas. Al llegar aparcamos en el parking núm. 3, caminamos un poco entre pendientes y escaleras hasta llegar a la orilla del rin desde donde se divisaban las famosas cataratas, aunque con un poco de dificultad, debido a la hora teníamos el sol de frente. En el lado opuesto se encuentra el castillo Laufen.
“Las cataratas del Rin (en alemán: Rheinfall) son el mayor salto de agua en la Europa central y se encuentran en el curso del Alto Rin, entre los municipios de Neuhausen am Rheinfall y Laufen-Uhwiesen, cerca de la ciudad de Schaffhausen, en el norte de Suiza. Tienen 150 metros de anchura y 23 m de altura. En los meses de invierno, el caudal medio es de 250 m³/s, mientras que en el verano, el caudal medio es de 700 m³/s.”
CATARATAS DEL RIN (SCHAFFHAUSEN)
Las cataratas se pueden ver desde ambos lados del río y optar por cualquiera de ellos para comenzar la visita. Tomamos el camino de la izquierda, desde donde parte un sendero que bordea la catarata, al inicio pasamos por la oficina de turismo, y la zona de bares y restaurantes pero como era tan temprano estaba todo cerrado así que hicimos la visita por nuestra cuenta, sin ninguna información, pero con la ventaja de disfrutarlas casi solos, sin turistas, una gozada.
En el centro de las cataratas hay unas grandes rocas que han resistido al paso del agua a las que se puede llegar en barco y ascender por unas escaleras hasta lo más alto de las mismas. Desde ese punto creo que es desde donde más se viven las cataratas, pues llegas hasta a mojarte. El barco sale de la orilla donde nosotros llegamos.
Continuamos por el sendero y pasarelas, parándonos en cada mirador a hacer fotografías, cada vez más cerca… se pasa por un molino que aprovecha la fuerza de las aguas y llegamos al puente que cruza al otro lado, el del castillo, intentamos acceder a él pero estaba cortado el camino. No se si eventualmente por obras o bien para que dieras la vuelta por otro sitio y abonaras la entrada al castillo que da acceso a las cataratas como más tarde nos enteraríamos.
Volvimos por el mismo camino que habíamos subido hasta llegar al inicio del sendero, ahora sí estaba abierta la oficina de turismo, en la cual nos informaron de las diferentes rutas en barco que se podían hacer, una hasta la roca central (8 CHF), otra que te lleva a la orilla del castillo sin tener que dar la vuelta andando (6 CHF) y otra que te dan una vuelta de 30 minutos (10 CHF).
Allí nos dieron un plano y nos explicaron como podíamos llegar al castillo por carretera y acceder por el otro lado, así que desistimos lo del barco puesto que ya nos habíamos hecho caminando la ruta completa hasta el castillo y decidimos coger el coche y dar la vuelta hasta llegar al mismo, estaba a unos 5 ó 6 kms. desde ese punto.
Cuando llegamos allí, el aparcamiento era gratis (en el otro lado fue de pago, no recuerdo exactamente cuanto pero fue caro), pero aquí por el contrario tenías que pagar la entrada al castillo para bajar al mirador.
Así que después de haber dado la vuelta no entramos a ver las vistas desde este lado, ya estábamos bastante satisfechos con lo que habíamos visto y teníamos que continuar nuestro viaje según lo programado para el día.
Había disfrutado mucho haciendo la ruta por los senderos pegados al río y me parecieron fantásticas pero tengo que reconocer que después de haber visto las de Iguazú, no tienen tanta espectacularidad. Hay que ver primero estas y después las argentino-brasileñas, sino te decepcionarán.
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Tomamos el coche de nuevo con dirección a Constanza, mi primera intención era ir por la parte suiza rodeando el lago pero como el día lo teníamos bastante apretado de tiempo nos fuimos por carretera alemanas, la ruta más rápida que encontró el GPS aunque eso es un decir, entre el tráfico y las obras los desplazamientos se hacen interminables.
Antes de llegar a Constanza decidimos primero pasar por Mainau “la Isla de las Flores”, que una amiga me la había recomendado sugería que no nos la perdiéramos, que era muy bonita, yo sin embargo en la preparación del viaje nunca vi que hablaran de ella.
Sólo con esa referencia y sin un mínimo de información nos atrevimos a llegar hasta ella, yo desconocía que era una isla privada donde no se podía entrar en coche, la isla al completo es una especie de atracción turística o parque de atracciones que hay que recorrerla íntegra a pié.
Mainau se encuentra a cerca de 1o kms. de distancia de Constanza. Si no se lleva vehículo, se puede acceder hasta la entrada igualmente a través de autobuses desde la propia ciudad de Constanza. Os cuento un poquito la historia de la isla:
El Gran Duque Federico I de Baden adquirió la isla de Mainau en el año 1853. Su hija, la princesa Victoria de Baden, se casó en el año 1881 con el que posteriormente sería el Rey Gustavo V de Suecia. Su nieto, el conde Lennart Bernadotte, que falleció en 2004, se hizo cargo de ella en 1932, consolidándola como la mayor atracción turística del lago Constanza. En 1972 se casó con la condesa Sonja Bernadotte, que falleció en 2008, empleando ambos el trabajo de toda una vida en la isla. En 1974 la incorporaron a la sociedad Mainau GmbH. Hoy la condesa Bettina Bernadotte y el conde Björn Benadotte se encuentran al frente de esta empresa.
En un inmenso aparcamiento a la entrada hay que dejar el vehículo y sacar el ticket, 17’50€ por persona incluido el aparcamiento. Una chica nos entrega un plano y nos indica que para verla como mínimo se necesitaban 3 horas.
Uff, nos quedamos helados, no pensábamos que era tan grande y no podíamos dedicarle tanto tiempo porque nos rompía el plan del día.
Así que empezamos a caminar siguiendo los senderos, acelerando más la macha en los lugares donde no había mucho que ver y nos parábamos a fotografiar todo lo que nos parecía interesante. Entre lo más destacado de lo que vimos en la isla, se encuentran:
Vistas del Lago Constanza, Cruz de los Suecos, Blumi (la gran flor hecha de flores), pavo real, nido de varios pajaritos, centenarios árboles con inmensas raíces, muchísimas flores de miles de variedades, lugares de recreo para niños, enormes esculturas de caras hechas con arena y vegetación, zonas de restaurantes, castillo barroco, embarcadero, etc.
BLUMENINSEL MAINAU (Isla de las Flores)
Lago Constanza desde Mainau
Mainau. Schwedencreuz (“Cruz de los Suecos” grupo de crucificados en el Lago Constanza)
A la entrada de la isla, bueno, realmente antes de entrar en ella, en el puente que la une con la península, se halla la Cruz de los suecos, una voluminosa escultura de metal arrojada por éstos al lago en ese mismo lugar después de haber sido robada por ellos durante la Guerra de los Treinta Años e inicialmente transportada con la intención de llevársela en su huida.
La isla es famosa por su cuidada vegetación, los millones de flores que la decoran (principalmente en los meses de primavera y verano), sus invernaderos de palmas y de mariposas, su espacio con variados tipos de columpios complejos, y su pequeña zona con diferentes animales, junto a otros detalles.
Mainau. Punto de encuentro “Blumi”
Mainau. Flores
Maunau. Avenida Metasequoia
Pavo real de flores
Patitos de flores
Mainau (Isla de las Flores). Main Shöner Garten y Ferrocarril en miniatura
Mainau (Isla de las Flores). Caras
Mainau. Flores, muchas flores en la isla de las flores
Mainau (Isla de las Flores). Italienischer rosengarten
Árbol con cintas de los deseos
Mainau (Isla de las Flores). Castillo barroco
En este palacio barroco se reúnen todos los años los premiados con el Nobel.
Mainau (Isla de las Flores). Iglesia del castillo
Mainau (Isla de las Flores). Gärtnerturm y Torbogengebäude (edificio de arcos)
Realmente la visita no la disfrutamos tanto como nos hubiera gustado, pues tuvimos que ir muy deprisa, recorrimos rondado 5 kms. en cuestión de 1’5 hora y sobre todo el intenso calor que hacía, había que atravesar muchos lugares a pleno son sin sombra y el sol se caía a pedacitos y nosotros no llevábamos ni siquiera una gorra, por lo que hubo momentos en los que deseamos llegar pronto al final.
Y ya fuera, para reponer fuerzas, como no, una rica cervecita alemana y a continuar la marcha.
Llegamos a Constanza pero el escaso tiempo que teníamos nos obligó a decidir entre esta o Meersburg, ya que teníamos que estar antes de las 18:00 horas en el hotel donde pasaríamos esa noche (aún bastaste lejos).
Intentamos ver algo de Constanza desde el coche como un pequeño tour panorámico, pero el exceso de tráfico nos impedía circular con fluidez, así que después de dar algunas vueltas y no llegar a encontrar ni siquiera la famosa estatua Imperia, nos fuimos para tomar el ferry hacia Meersburg. En una próxima visita más relajada disfrutaremos de esta turística ciudad.
MEERSBURG
El Lago de Constanza es el mayor lago continental de Alemania, con una superficie de 536,5 km² y 48.500 m³ de volumen. Tiene una longitud de 63 km y un ancho de 14 km entre Langenargen (A) y Rorschach (CH). La mayor profundidad, 254 m, se alcanza entre Friedrichshafen (D) y Uttwil (CH).
Llegamos al Puerto, aunque había un poco de cola, el embarque fue bastante rápido, nos costó 12€ los tickets de dos personas más vehículo y en 10 ó 15’ estábamos en la ciudad de Meersburg, al otro lado del Lago Constanza, 4,3 Km. de anchura del lago entre estos puntos.
Creo que fue una gran elección, pues mi primera intención era llegar a Meersburg por carretera para divisar un poco más del Lago Constanza, pero el tiempo apremiaba, había 55,2 kms. que en circunstancias normales tardaríamos unos 55’ pero por la experiencia vivida en los días que llevábamos en Alemania, pasaría de 1’5 hora y más aún en esa zona que es extremadamente turística, tampoco sabíamos si la carretera estaba muy al borde del lago o era más de interior lo que nos impediría verlo, por otro lado estaba el coste de la gasolina que sería aproximadamente el mismo que el del pasaje en barco por lo que ganábamos en tranquilidad y tiempo, lo recomiendo.
Los ferries de pasajeros y vehículos entre Meersburg y Constanza funcionan todo el año, día y noche, con una frecuencia de entre 15 minutos y una hora. (www.sw.konstanz.de/verkehr/faehre/fahrplan.htm)
Travesía en ferry desde Constanza a Meersburg
Llegamos al puerto de Meersburg y continuamos hasta el centro de la ciudad, aparcamos en un parking en la calle Stefan-Lochner-Straße, era cubierto pero como los de zona azul hay que poner el ticket visible y es por un tiempo limitado.
Meersburg es la ciudad más visitada del lago, por lo que tiene un peso turístico considerable. Tiene un marcado carácter medieval, como muchas de las ciudades de esa zona.
Nos fuimos hacia la oficina de turismo donde nos entregaron un plano y paseamos por la ciudad.
El monumento principal es su castillo (Burgsmuseum), del siglo XVIII, al que se accede por inclinadas callejuelas llenas de pintorescas y cuidadas casas. Nosotros no entramos, sólo lo vimos por fuera.
Arriba el Castillo y abajo el lago. Ciudad histórica con el lago delante. Las vistas más hermosas se abren entre castillo medieval, callejas pintorescas y plazuelas cerca al agua.
Después de bajar por la empinada calle pegada al castillo, divisar de nuevo el puerto y entrar por la Puerta de la ciudad baja, llegamos a la calle principal a nivel del lago, llamada Unterstadstrasse, con bonitos edificios y bastante animada con cantantes callejeros y llena de restaurantes y bares.
Ya casi al final de la calle, salen unas largas y cansadas escaleras de unos 180 escalones que te llevan de nuevo al casco histórico de la ciudad alta y donde se encontraba nuestro coche. Desde las propias escaleras se divisan unas vistas muy bonitas del lago.
Meersburg. Puerta de la ciudad baja
Cuando fuimos a recoger el coche nos dimos cuenta que habíamos tenido una mañana tan condensada de visitas y estábamos tan distraídos que se nos había olvidado hasta el almuerzo y al poner el GPS nos dice que faltaban 2,5 horas para llegar a nuestro hotel y eran ya pasadas las 15:30 por lo que ni podíamos parar a comer, ni ninguna visita más, directos hacia Schwangau.
Esto ya lo he comentado otros días aunque hoy es cuando más lo hemos sufrido, en Alemania la mayoría de los hoteles no tienen recepción 24 horas, lo que te obliga a llegar antes de una hora para entregarte las llaves de la habitación y de la puerta de entrada, pero en este caso la hora límite era muy, muy temprano, las 18:00. Si no llegábamos antes de esa hora cerraban, nuestro inglés no era tan fluido por teléfono como para llegarnos a entender dónde nos dejaban las llaves si estaba cerrado.
Así que gracias a los víveres que teníamos, nos tomamos unos bocatas en el propio coche y circulando a toda prisa, dentro de lo que puede ser a toda prisa en Alemania, encontrándote carreteras estrechas en zona turística empetadas de coches con muchas limitaciones de tráfico y por supuesto que no faltaran las obras.
Si no hubiéramos tenido esa limitación de horario, me hubiera gustado parar en Lindau, para hacer aunque fuera una visita rápida pero no fue posible, otra vez será. Esta ciudad también muy turística se encuentra justo al final del lago Constanza.
El circular esos kilómetros a tan baja velocidad nos hizo que disfrutáramos de la preciosa tarde que hacía y del paisaje tan bonito que había.
Cuando llegamos a Schwangau tenemos las primeras vistas del bonito pueblo y del castillo Hohenschwangau al cual no veríamos nada más que a esta distancia.
Castillo Hohenschwangau
Siguiendo las instrucciones del GPS comenzamos a subir por la montaña que nos llevaba al hotel y al Castillo de Neuschwanstein, aún a pesar de ver carteles de prohibida la circulación. Al llegar nos enteraríamos que por el hecho de alojarnos en ese hotel podíamos circular libremente cuantas veces quisiéramos por esa carretera, aunque nada mas que fuera por esto, ya merece la pena este hotel.
SCHWANGAU
Schwangau, la villa de los castillos reales de ensueño. Es como un gran centro turístico o un gran Resort, con hoteles de primera clase, hostales, albergues, casas de campo, apartamentos , granjas, campings y un parque para caravanas, además de restaurantes El pueblo en sí está situado en un valle llamado “Königswinkel”, que viene a significar algo como “rincón del rey”. Rodeado de rocosas montañas, cristalinos y limpios lagos y como no, su mayor atractivo, que son los monumentales castillos románticos .
Calle Alpsstrasse en Scgwangau
Cuando llegamos al aparcamiento del hotel, nos bajamos del coche y miramos hacia arriba, esta fue la estampa que nos encontramos, por la tarde cuando llegamos y por la noche cuando volvimos de cenar.
Había elegido el hotel sabiendo que estaba muy cerca del castillo de Neuschwanstein, pero no imaginaba tanto, estaba justamente al lado.
Pues misión cumplida, eran las 18:00 horas en punto cuando estábamos entrando en el hotel. La chica que nos atendió muy amable, nos hizo entrega de un cartel para el vehículo para poder pasar por la carretera privada del castillo y un bono de un 10% de descuento para el Castillo por alojarnos en ese hotel.
Era muy bonito por fuera, bueno por dentro también, solo que las habitaciones parecían de un hostal, muy pequeñas y nosotros tuvimos suerte de tener una habitación con ducha dentro de la habitación, literalmente, no cuarto de baño, pero la mayoría tenían el baño compartido.
Hotel Schlossrestaurant Neuschwanstein
Cuando dejamos las maletas en el hotel, nos fuimos a Fussen, es el pueblo más cercano, estaba a unos 10’ a poco más de 5 kms. aparcamos en el parking cubierto de un hotel en Prinzregentplatz y fuimos a dar una vuelta, pero ya la oficina de turismo era hora de que estuviera cerrada y nos encontrábamos muy cansados para callejear mucho, así que cuando llegamos a la bonita plaza de Ritterstrasse, nos sentamos a descansar un rato y tomar un cerveza.
Parecía un pueblo bonito y con muchos rincones para ver pero hay que ir con más tiempo o más descansados.
FüSSEN
Después de allí nos fuimos a Saray Kebap en Luitpoldstrasse, 1 y nos tomamos 2 döner Kebap y dos cervezas por 13€ y nos volvimos para el hotel.
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